Invitación para participar en la mesa
Geopolíticas poscoloniales:
Somatografías Feministas-Queer
(Identidades, Cuerpos y Resistencias)
inserido en el XV Encuentro Iberoamericano
UCM, noviembre, Madrid
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Geopolíticas poscoloniales: Somatografías Feministas-Queer
(Identidades, Cuerpos y Resistencias)
coord.: David Berná (UCM) y Almudena Cabezas (UCM)
Las geopolíticas feministas y el
feminismo transnacional han subrayado la necesidad de incorporar a
personas de carne y hueso a los paisajes y mapas de las relaciones de
poder (McDowell 1992 y 2002; Rose 1993; Kofman 1996; Hyndman 2004;
Sassen 2000 y 2003; Sharp 2004; Staeheli 2003). Siguiendo su estela, las
críticas postcoloniales y decoloniales subrayan el carácter
eurocéntrico de los feminismos de la segunda ola y abogan por la
existencia de feminismos en plural, sin programas únicos exportables
derivados de una concepción unívoca de la identidad -naturalizable y
esencializada-, fruto de una experiencia histórica de opresión común que
no ha existido (Witig 2005; Halberstan 2008). Nos encontramos pues,
ante un paisaje feminista compuesto de multiplicidades y singularidades,
interseccionalmente conectadas (Crensaw 1991; Hill Collins 1990, 2000)
que se sirven de una basta variedad de estrategias de reapropiación y
luchas, que transcienden con mucho las perspectivas clásicas sobre las
identidades, los cuerpos y las resistencias.
Desde los márgenes de los marcos políticos dominantes, las geopolíticas feministas y postcoloniales se ocupan de de-velar el tejido de las imaginaciones espaciales hegemónicas y la construcción de los regímenes de género, de poder, cara a cara, con las normas culturales, el estado y las relaciones de poder colonial. Los feminismos del denominado pensamiento disidente abordan las dimensiones transcendentales de cuerpo y la identidad, trabajando sobre la relatividad de las escalas espaciales y reivindicando la relevancia de la cotidianidad y el cuerpo (Smith 1992; Sharp, 2004). Se transciende así la tópica línea centrada en las relaciones entre los espacios públicos y privados, ahondando en la genderización de las escalas espaciales y su importancia en las formas que adoptan las políticas de escala.
Con el paso abierto a los análisis transversales e interseccionales de la opresión (corporal, psíquica, racial, sexual, económica…), es más que deseable y oportuna adoptar una perspectiva feminista-queer sobre las políticas de escala y de las fronteras, porosas y móviles. Hablamos de feminismos-queer, utilizando un guión para unir y resaltar y no para sumar dos formas diferentes de lucha. Lo queer puede suponer una forma de relocalizarse en los debates sobre sexualidades, identidades, género y feminismos y observar, desde sus ‘márgenes’, las normas y hegemonías (Butler,1990).
Desde los márgenes de los marcos políticos dominantes, las geopolíticas feministas y postcoloniales se ocupan de de-velar el tejido de las imaginaciones espaciales hegemónicas y la construcción de los regímenes de género, de poder, cara a cara, con las normas culturales, el estado y las relaciones de poder colonial. Los feminismos del denominado pensamiento disidente abordan las dimensiones transcendentales de cuerpo y la identidad, trabajando sobre la relatividad de las escalas espaciales y reivindicando la relevancia de la cotidianidad y el cuerpo (Smith 1992; Sharp, 2004). Se transciende así la tópica línea centrada en las relaciones entre los espacios públicos y privados, ahondando en la genderización de las escalas espaciales y su importancia en las formas que adoptan las políticas de escala.
Con el paso abierto a los análisis transversales e interseccionales de la opresión (corporal, psíquica, racial, sexual, económica…), es más que deseable y oportuna adoptar una perspectiva feminista-queer sobre las políticas de escala y de las fronteras, porosas y móviles. Hablamos de feminismos-queer, utilizando un guión para unir y resaltar y no para sumar dos formas diferentes de lucha. Lo queer puede suponer una forma de relocalizarse en los debates sobre sexualidades, identidades, género y feminismos y observar, desde sus ‘márgenes’, las normas y hegemonías (Butler,1990).
Al conjugar lo queer y lo decolonial
vislumbramos espacios porosos de crítica donde lo corporal y lo
individual, lo metropolitano y lo global, lo colonial y el desarrollo,
la colonialidad del poder (Mignolo 2003; Quijano 1998) y las
resistencias dialogan. En esta conversación, nos alejamos tanto de las
grandes dicotomías global-local, masculino-femenino, y de las clásicas
visiones externo/ interno; tomando licencia para habitar los
intersticios (De Lauretis 1980), y prestando atención a cómo desde ellos
se crean alianzas y estrategias de traducción cultural, que devienen
múltiples formas de lucha comunicadas y glo-deslocalizadas, superadores
de los discursos de la economía política convencional (Maseey 2004; Katz
2001). En este sentido, no negamos las capacidades de las
subjetividades globales y nacionales para generar formas particulares y,
en ocasiones, valiosas de identidad y resistencia, sino que afirmamos
cómo las subjetividades contradictorias y heterogéneas son producidas,
no solo en los procesos del capitalismo global, sino también en los
huecos y márgenes de los mismos (Grewal y Kaplan 1994).
La dimensión feminismos-queer permite además problematizar las relaciones fluidas entre las identidades y las prácticas que cuestionan la naturalización de la heterosexualidad y la homogenización de comunidades, a través de categorías rígidas que hacen parte de la producción de conocimiento, discurso y prácticas cotidianas (Bourcier, 2001) sobre sexualidades y géneros en Latinoamérica.
Emerge así una interesante somatografía: una suerte espacios de alianza y creación ante las urgencias que implica el hundimiento de las grandes ideologías y formas de lucha políticas tradicionales y la emergencia de otras formas de resistencia y lucha, de las que estamos siendo testigos en la actualidad. Dichos espacios adoptan geometrías variables y suponen auténticos laboratorios de luchas y políticas de resistencia contra-biopolíticas y anti-heteropatriarcales desde la diversidad y deslocalización (Preciado,2002, Ahmed, 2007).
Estamos abiertas a la complejidad del panorama que ofrecen las políticas identitarias y las identidades políticas en la actualidad latinoamericana. Ubicarnos y reubicarnos en este debate, pensando lo feminista-queer dentro de una epistemología regional que integra en su seno las complejas dinámicas centro-periferia, local-global y los lugares, nos mantiene alertas en pos de una topografía de la producción de conocimientos, discursos, identidades y cuerpos.
La dimensión feminismos-queer permite además problematizar las relaciones fluidas entre las identidades y las prácticas que cuestionan la naturalización de la heterosexualidad y la homogenización de comunidades, a través de categorías rígidas que hacen parte de la producción de conocimiento, discurso y prácticas cotidianas (Bourcier, 2001) sobre sexualidades y géneros en Latinoamérica.
Emerge así una interesante somatografía: una suerte espacios de alianza y creación ante las urgencias que implica el hundimiento de las grandes ideologías y formas de lucha políticas tradicionales y la emergencia de otras formas de resistencia y lucha, de las que estamos siendo testigos en la actualidad. Dichos espacios adoptan geometrías variables y suponen auténticos laboratorios de luchas y políticas de resistencia contra-biopolíticas y anti-heteropatriarcales desde la diversidad y deslocalización (Preciado,2002, Ahmed, 2007).
Estamos abiertas a la complejidad del panorama que ofrecen las políticas identitarias y las identidades políticas en la actualidad latinoamericana. Ubicarnos y reubicarnos en este debate, pensando lo feminista-queer dentro de una epistemología regional que integra en su seno las complejas dinámicas centro-periferia, local-global y los lugares, nos mantiene alertas en pos de una topografía de la producción de conocimientos, discursos, identidades y cuerpos.
plazo de entrega abierto desde desde 31 de mayo al 15 de junio
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